Hilaste en mi alba de madre
un cielo consagrado a Mariela.
Cuerpos traviesos tejían su manto de seda.
Mientras yo
arrebaté el destino de Mariela.
Tomé de tus ojos
El hilo destellante
y dibujé un halo.
Con punto medio bordé sus ojos
De avellana
Con punto medio la peiné
De trenza abenuz.
Y en punto de cruz
Mariela, como Margarita
cortaba blancas estrellas.
¡Rogaba que creciera en mis entrañas!
Pero la luna de mi vientre enrojeció el manto
Y ningún beso,
Ninguna aguja, ningún hilo
resarció el daño.
Se fue con Mariela el amor.
Resquebrajó en astillas
El bastidor de madre.
Mariela es ahora espejismo
Mariela escinde mi cuerpo
Mariela detiene el esperma
Mariela,
es más tuya que mía.
Maldita sangre infecunda
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